La discusión sobre cuál es el pueblo más bonito de España es un debate de nunca acabar. Hay quienes dicen que el premio grande se lo lleva Albarracín, un pueblito amurallado en la provincia aragonesa de Teruel, con sus casas coloreadas de una tonalidad rosa inigualable. El casco antiguo, que parece tallado sobre la ladera de una montaña, a la vera del río Guadalaviar, alberga la bellísima Catedral de Salvador, junto a un castillo medieval (el Alcázar de Albarracín), que data del período islámico. A menos de 15 kilómetros de esta localidad, en donde viven apenas un millar de personas, se encuentra la Cascada de Calomarde, en la Sierra de Albarracín, un impredecible salto de agua de 20 metros que se congela en invierno.
El Casco antiguo de Albarracín
Una de las primeras cosas que ver en Albarracín sin duda es el casco antiguo. Sus calles serpentean en subidas y bajadas, las casas parecen esculpidas en un gran peñón rosado (el color de un mineral llamado «rodeno», que abunda en la zona) y un manto medieval se apropia de iglesias, fosos y murallas. Albarracín se llamó Santa María de Oriente en su período islámico, pero anteriormente, en la era romana, recibió el nombre de «Lobetum«. La ciudad está rodeada por el río Guadalaviar y en la parte antigua los balcones de madera de algunas casas parecen colgados sobre el cauce de agua. Este municipio, que durante décadas atravesó un proceso de despoblación, resurgió en los últimos años gracias a la actividad turística.
El casco antiguo de Albarracín es una maravilla que domina el Castillo de Albarracín, un alcázar musulmán cuyos orígenes se rastrean en el siglo XI, en donde habitó el clan bereber de los Banu Razin; y la Catedral del Salvador, que data del siglo XVI. El cuadro lo completan dos torres asimétricas, la del Andador y la de Doña Blanca. La Plaza Mayor está emplazada junto al Ayuntamiento y tiene hermosos miradores sobre la Sierra de Albarracín, más allá de las murallas. Las calles más fotografiadas son: la de Santiago, Azagra y del Postigo, en donde se pueden apreciar los balcones de las viejas casas. Pero la foto perfecta, que convoca a la mayoría de los turistas, es la de la fachada de la Casa de la Julianeta, una preciosa casita escarpada, hoy convertida en taller para artistas, que parece caerse encima de quien la fotografía.
Las cascadas de la Sierra de Albarracín
Otro de los lugares que ver en Albarracín que te recomendamos sin duda es la Sierra de Albarracín. Tiene una extensión de 60 kilómetros, en el suroeste de la cordillera Ibérica, y una fisionomía curiosa: es la región de España con la mayor cantidad de manantiales; sus montes están formados de rocas calcáreas y aquí nace el río Tajo, compañero del verdoso Guadalaviar, que discurre por la sierra y rodea mansamente las murallas del pueblo de Albarracín. Pero lo sorprendente es que, casi de la nada, aparecen unos saltos de agua despampanantes, la Cascada Calomarde, también llamada Batida o Del Viejo Molino -a pocos kilómetros de la ciudad de Albarracín-, ideal para darse un baño refrescante. También en estas sierras se encuentra otro lugar que ver en Albarracín como es la Cascada del Molino San Pedro, muy cerca de la Cascada de la Herrería, ambas en las proximidades de un camino para senderistas que se llama «Los ojos del Cabriel«.
Los programas en la Sierra de Albarracín tienen varias bifurcaciones: se puede visitar un acueducto romano del siglo I, en donde brilla un sitio especial que ver en Albarracín, muy tranquilo y con hermosas vistas, llamado El barranco de los burros. También vale la pena conocer el parque La Maleza (en donde se ven zorros, lobos y ciervos) o recorrer sitios emblemáticos de la sierra en donde se libraron combates durante la Guerra Civil Española. Una rareza de la zona es un centro de interpretación llamado Dinópolis, en donde se exhiben fósiles y se cuenta la historia de los dinosaurios.
Estos atractivos de la provincia de Teruel forman parte del Parque Cultural Albarracín -uno de los cinco parques naturales de Aragón-, que reúne la mayor cantidad de pinturas rupestres de toda Europa, catalogadas como Patrimonio Mundial por la Unesco. Otros valores son la Iglesia de Santa Catalina, en Ródenas; el casco histórico y la Iglesia almenada de la ciudad de Pozondón y los espacios naturales del municipio de Bezas, con su hermosa laguna.
Por último, siendo uno de los pueblos más bonitos de España, la gastronomía de Albarracín merecía estar a la altura. No hay manera de defraudarse si se prueba el famoso «ternasco de Aragón«, una especialidad local, o se paladean los quesos de la Sierra, que se elaboran con leche de oveja y tienen renombre mundial. La herencia musulmana se revela en las «almojábanas de Albarracín«, unas rosquillas dulces que el escritor colombiano Gabriel García Marquez inmortalizó en su novela «El amor en los tiempos de Cólera». Otros productos estrella de la zona son: el jamón de Teruel y el guiso de toro, que se degusta en las numerosas fiestas de cada pueblo de esta provincia aragonesa.